miércoles, 30 de mayo de 2012



El libro de Jonás

¿Qué tipo de teología presenta el profeta?
En lo particular pienso que el libro de Jonás independientemente de que sea, histórico, alegórico o una parábola presenta varias verdades teológicas de mucha enseñanza para el pueblo hebreo en su época y de mucha enseñanza para nosotros hoy como pueblo de Dios. En primer lugar no debemos ver el libro con el fin de definir a cuál de estos tres géneros pertenece, pues hasta hace dos siglos no se dudaba de que era histórico, quizás por dogma o por tradición, pero lo real es que después de muchos siglos el razonamiento de algunos teólogos  lo ha hecho dudar de todo y buscarle una razón lógica a las cosas, sobre todo si hay alguna posibilidad de lo sobre natural en ellas. Creo en lo particular que el libro no fue escrito para que los hebreos, a los que fue dirigido, determinaran que tipo de literatura era, sino para que comprendieran  y sacaran enseñanzas del mensaje encerrado en él. Por lo que si vamos a buscar enseñanzas teológicas en el libro debemos obviar el género literario e ir más allá, a una visión espiritual y una enseñanza práctica.
En mi criterio el libro presenta tres verdades teológicas principales y bien definidas. La primera, debemos verla desde el punto de vista del llamado de Dios. Similarmente como ocurrió con el profeta Jeremías cuando Dios llama a alguien para el ministerio, no hay forma de poder renegar ese llamado, es como un fuego que carcome los huesos y no hay lugar en donde podamos huir de la presencia del Señor. El mismo Jonás vivió en carne propia esta experiencia.
En segundo lugar Dios quería mostrarle al pueblo hebreo que él era aun misericordioso con naciones impías  y paganas que ellos mismos consideraban inferiores y que las odiaban por la opresión a las que estas naciones los tenían sometidos. Es una muestra del perdón y de la misericordia universal de Dios, incluso va más allá y es una invitación a la nación hebrea a ser más clemente aun con sus más viles enemigos. En tercer lugar la necesidad de conversión del profeta. El mismo profeta aun luego de haber ido a dar el mensaje no había comprendido lo que Dios quería mostrarle por medio del mismo y en su corazón guardaba rencor y enojo contra los enemigos perdonados por Dios.
¿Cuál fue el contexto histórico en el cual predicó el profeta?
El contexto histórico en que predicó el profeta podemos dividirlo desde dos puntos de vista, primero, uno más conservador que sitúa al profeta entre (793-753 a.C). Nínive era la ciudad más importante de Asiria y pronto sería la capital del inmenso imperio asirio. Pero Nínive era también una ciudad perversa. Según esta postura conservadora el mismo Jonás de 2 Reyes 14:25 es el personaje que se narra en el libro, de ser así, tuvo su ministerio profético en tiempos de Jeroboam II rey del norte y Amasías rey de Judá. 
La nación asiria se estaba levantando poco a poco como un gran imperio y era cruel y sanguinaria. El pueblo hebreo peligraba, por ser una de sus posibles conquistas, tanto al reino del norte como al reino del sur temían a los asirios, hasta que en el año 722 a.C, cuando ya se consuma como imperio, finalmente cae el reino del Norte a manos de Sargón II, pero aun eso no les bastó en su sed de conquista y  en el año 705 a.C Senaquerib intentó tomar Jerusalén, siendo librado milagrosamente por el Señor.  Todo esto nos da un panorama del difícil contexto histórico que vivía la nación en la época del profeta y su marcado odio hacia el asirio y el extranjero opresor.
En segundo lugar tenemos un contexto histórico crítico del libro, en este caso se sitúa la redacción del libro en la época de Esdras y Nehemías  alrededor del siglo V a.C en el tiempo del regreso del exilio Babilónico. De ser en esta época el pueblo estaba en un avivamiento religioso nacional, Dios los había bendecido nuevamente y salvado de sus opresores, el templo, la ley y la liturgia levítica estaban siendo restaurados, Dios estaba hablando a sus profetas palabras de consuelo y restauración, Dios estaba bendiciendo el trabajo de Zorobabel, Josué, Esdras, y Nehemías, en fin el orgullo nacional de ser judío estaba en su más alta estima de todos los tiempos, además la estancia y el regreso del exilio les había enseñado a odiar al extranjero opresor y a no mezclarse más con pueblos paganos que los llevaran a la idolatría. En este contexto de orgullo nacional es que el Señor da palabra a uno de sus profetas (Si el libro se escribe en este época es difícil definir quién es su verdadero autor, ya que se tienen que descartar al Jonás de 2 de reyes) para escribir el libro y atacar ese sentimiento de nacionalismo extremo y odio al extranjero que vivía la nación.
¿Qué enseñanzas ministeriales toma usted de la vida de este profeta?
Cuando leemos el libro de Jonás quedamos fascinados con el relato, podría parecer algo de ficción y puede ser que en verdad lo sea, pero estoy seguro que el libro está en el canon hebreo desde al menos el siglo II a.C por alguna razón, de hecho el mismo Jesús lo utilizó como punto de partida para representar su muerte y resurrección por lo que debemos buscar enseñanzas en ese libro y creo que hay bastantes.
En primer lugar el libro nos enseña que cuando tenemos un llamado de Dios debemos cumplirlo sin importar las consecuencias que esto traiga, aun cuando no comprendamos el obrar del Señor debemos permanecer fieles al llamado. En segundo lugar, el predicar desde un púlpito, como muchos predicadores hoy día, comparado con la prueba de Jonás es fácil, por un momento imaginemos predicando en un país árabe musulmán, o en un gobierno comunista como el de China o alguna nación del antiguo bloque socialista soviético donde aun las biblias eran prohibidas y lo menos que nos podría pasar era ir a la cárcel. Este ejemplo de Jonás de ir a llevar la palabra de Dios aun a sus peores enemigos, a los más perversos y sanguinarios de su época, a un rey que tenía en su mano el dejarle vivir o matarle por su mensaje, sería como ir a predicar en el mismísimo cartel de la droga del norte de México, de donde cada día se van más y más predicadores y ya nadie le interesa llevar la palabra de Dios. Jonás nos enseña que en verdad en lugares como ese es donde de verdad probamos nuestra fe, donde debemos mostrar el verdadero amor por el pecador perdido sin hacer acepción de personas.
Por último considero que con la actitud de Jonás de no querer que Dios hubiese tenido misericordia de los habitantes de Nínive nos enseña un tipo de actitud que tenemos a veces con personas pecadoras o enemigos nuestros, a los cuales lejos de bendecirles lo que respiramos es, en el mejor de los casos, indiferencias. En verdad debemos reflexionar y pensar a cuántos de nuestros enemigos (aunque nosotros no queramos ser enemigos de ellos y ellos nos tengan como eso) somos capaces de irle y predicar el evangelio, orar por ellos, bendecirles. Dios dio una gran lección a Jonás de cómo se debe amar a los enemigos y ser misericordiosos, nosotros hoy día también debemos amar al prójimo, aun a los que nos desean mal, a los que hacen mal contra nosotros y nos ofenden, porque esa de la única forma que mostramos el amor, el perdón y la misericordia que Dios ha mostrado por nosotros.

La Santificación

La biblia nos dice: “Sed santos, porque yo soy santo.”(1 Pedro 1:16 RV1960) y a lo largo de las paginas de sus paginas se resalta la  santidad de las 3 personas de la Deidad (Levítico 11:44, Josué 24:19, 1 Samuel 2:2, 2 Reyes 19:22, Isaías 6:3, Marcos 1:24, Lucas 1:35, Hechos 3:14, Hechos 4:30, Hechos 2:38). En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que generalmente se utilizaba para resaltar la santidad de Dios era: קדושׁ(cadósh), este es un adjetivo que define la cualidad única de la perfección, pureza he inmutabilidad de Dios(אלהיכם-Elojím). En cambio en el Antiguo Testamento para referirse a la santidad de la nación de Israel por ejemplo la palabra utilizada era:
( קדשׁים- sadáshym), en este caso significaba, ser limpio, apartar, dedicar, consagrar.
En el Nuevo Testamento la palabra griega que se usa para referirse a la santidad de la las tres personas de la Deidad es: (αγιος- jágios), cuyo significado es el mismo que se le daba en el Antiguo Testamento a la palabra sadósh, pero en este caso tenemos que hacer notar que esta palabra adquiere el mismo significado solo cuando se esta refiriendo a la Deidad. En el caso de referirse a una persona, iglesia etc. Básicamente adquiere el mismo significado de la palabra sadásh que se utilizaba en el Antiguo testamento para referirse al pueblo de Dios. (Palabras tomadas del Diccionario Strong en español)
Luego con las traducciones posteriores de la biblia supervisadas por la Iglesia Católica Romana,como en la Vulgata Latina (382-404 d.C) traducida por San Gerónimo, estas palabras se tradujeron en latíncomo: sanctus, y ya para las versiones inglesa y al castellano se comienza a traducir esta palabra como santo.
El apóstol Pablo en la que se cree fue su primera epístola, escrita alrededor del año 50 d.C, a la Iglesia de Tesalónica de dedica unos cuantos versos de ella a hablar de  la santidad que el Señor esperaba de ellos (1 Tesalonicenses 3:12-4:12; 5:23-24). Debemos entender estas palabras del apóstol Pablo desde el mismo contexto histórico de la iglesia de Tesalónica. Esta iglesia se cree que fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero (Hechos 17: 1-2), estaba constituida mayormente por gentiles, aunque había algunos judíos entre sus miembros. Muchos comentarista opinan que era una iglesia joven, he inmadura por los temas que aborda Pablo en la epístola. Si analizamos todo esto desde ese punto de vista nos damos cuenta de la necesidad que tenia el apóstol Pablo de escribir sobre la santidad y la consagración que ellos debían tener. Sobre todo porque se habían convertido al evangelio pero que no tenían la madurez ni se habían criado baja la ley del Antiguo Testamento como lo hacían los cristianos judíos. Para ellos era un cambio grande en sus vidas y una lucha constante entre sus ideas influenciadas por la cultura, moral y religiosa helénica y el evangelio que habían obedecido. En este ambiente politeísta, con un despertar filosófico en su máxima expresión, con cualidades morales degradadas por la sociedad y en una lucha doctrinal entre lo que enseñaba el apóstol Pablo y lo que enseñaban los judaizantes que se le oponían a su evangelio, el apóstol Pablo hace un llamado a la santidad a la iglesia de Tesalónica.
El primera indicación que da el apóstol Pablo a los cristianos de la iglesia de Tesalónica en (1 Tes. 3: 12-13) para  llegar a la santidad es que crecieran y abundaran más en el amor hacia todos y hacia Dios, como mismo el apóstol Pablo escribiría  unos años después a la Iglesia de Roma, si no tenemos a amor nada somos. Pablo les aclara que si su santificación no comenzaba por el amor, su corazón no estaría firme ni serían irreprensibles en el día de la manifestación del Señor. Es interesante hacer notar que al parecer en la iglesia de Tesalónica había un gran amor entre los hermanos, no solo en esta iglesia sino de ellos con todas las iglesias de la región de la provincia romana de Macedonia (1 Tes. 4:9-10), pero aun el llamado de Pablo es a que sobreabundara aun más ese amor fraternal.
Según muchos comentaristas la iglesia en Tesalónica, como se dijo antes integrada en su mayoría por gentiles, tenía problemas de fornicación por lo que el apóstol Pablo les escribe (1 Tes. 4:2-5)y les pide que la voluntad de Dios es que tengan su propia esposa, en santidad y que no anden en lascivia y concupiscencia que solo produce deseos sexuales impuros y actos pecaminosos delante de Dios.Más claramente el apóstol Pablo en el capitulo 5 (ver. 23-24) hace un llamado a la santificación, mostrando su deseo de que los cristianos de Tesalónica  se santificaran en todo su ser, cuerpo, alma y Espíritu. Hay que destacar que muchos griegos pensaban que lo importante era el alma, el espíritu de la persona y no el cuerpo material, pues lo consideraban como algo que iba a ser destruido y por tanto con su cuerpo se podía hacer todo tipo de inmoralidades si su espíritu se mantenía puro. Es muy probable que esta idea influyera sobre los cristianos de Tesalónica y el apóstol les aclara que la santificación que Dios esperaba de ellos debía ser en todos los aspectos de su vida. También es interesante el hecho de que esta santificación dependía en cierta medida de ellos pero también en cierta medida de Dios mismo obrando en sus vidas, Pablo estaba convencido que con la ayuda de Dios ellos lograrían esa santificación.
Esta llamado a la santificación que pide el apóstol no podía ser si los Tesalonicenses no se rendían a la voluntad de Dios, es decir dejaban a Dios obrar en sus vidas. Pablo quería que ellos comprendieran que la santidad es un proceso necesario y constante en la  vida del cristiano. La santificación era algo que le iglesia de Tesalónica debía buscar a toda costa y no solo iba a depender de ellos, porque solos podrían quizás mejorar en algo sus vidas, pero solo con la ayuda de Dios es que ellos lograrían la manifestación plena de la santidad que Dios esperaba de ellos.
Esta santificación solo era posible como el apóstol les escribe en 2 Tes. 2:13 por el Espíritu Santo de Dios obrando en sus vidas, es decir, que si ellos no dejaban al Espíritu obrar en sus vidas no iban lograr tener una vida santa, dedicada a servir a Dios, a darle gloria y honra con sus actos y pensamientos. Hay que hacer notar la confianza que tenia el apóstol Pablo en que Dios permitiría a los cristianos de Tesalónica llegar a este estado espiritual, al punto de dejar que Dios tomara el control de sus vidas y ellos llegaran a ser irreprensibles en el día de la  manifestación del Señor, pues tanto en esta primera epístola como en la segunda les hace saber que tenia la confianza en que Dios obraría de esa manera en sus vidas (1 Tes. 5: 24, 2 Tes. 3:4).

Luego de hacer un análisis de las ideas planteadas por el apóstol Pablo a la Iglesia de Tesalónica podemos sacar muchas aplicaciones para nuestra vida cristiana. Nuestro contexto no es tan diferente al que vivieron los cristianos de Tesalónica, vivimos en un mundo donde la ciencia y al filosofía han llevado cada vez más al hombre a apartarse de  Dios, el politeísmo es común en nuestro mundo, el ateísmo se ha vuelto una especia de religión, las normas morales y éticas del mundo son cada vez van mas distantes de la voluntad de Dios revelada en su palabra, en muchos casos los seres humanos ni siquiera se muestran interesados en el origen del universo, de sus propias vidas, vivimos en un mundo tan agitado que muchas veces la mejor respuesta que tenemos ante el mensaje del evangelio es la indiferencia.
En este mundo, en que vivimos los cristianos hoy, es donde el Señor nos llama a ser santos, a consagrarnos a su servicio. A  diferencia del Antiguo Testamento donde se santificaba en ocasiones el tabernáculo, el templo, sus utensilios, incluso sus sacerdotes, pero en el Nuevo Testamento la santificación que pide Dios es otra y es apóstol la expresa bien en (Romanos 12: 1-2). Esta santificación consiste en ofrecernos a nosotros mismo como sacrificio vivo a Dios, es decir ya no será un sacrificio como los del Antiguo Testamento donde se mataba un animal y se ofrecía sobre el altar, ni siquiera  será como el sacrificio que hizo nuestro Señor Jesucristo de una vez y para siempre por nuestros pecados (Hebreos 9:28), porque en estos dos casos lo que se ofrecía en sacrificio fue un sacrificio de muerte donde tanto el animal como Cristo mismo murió en el mismo acto del sacrificio. Este sacrificio vivo que el apóstol Pablo nos exhorta a hacer, se refiere a el morir a nosotros mismos, a nuestro “ego”, a nuestros propios deseos pecaminosos, a nuestra vida carnal y dejar a Dios actuar en nuestras vidas, dejar que Dios nos use como instrumentos de bien y bendición para todas las personas que nos rodean.
¿Cómo logramos la santificación? Primero que nada reconociendo que necesitamos la ayuda de Dios para ello. Solo si dejamos que el Espíritu Santo manifieste su fruto (Gálatas 5: 22-23) en nuestras vidas lograremos la santidad que Dios espera de nosotros. Muchas veces luchamos por cambiar aspectos deficientes de nuestras vidas y no lo logramos, sencillamente porque en verdad no dejamos al Espíritu Santo obrar por completo, no somos capaces de rendimos a su voluntad. Una vez que el Espíritu Santo obre plenamente en su vida lo primero que sucederá es que su mente cambiara, será renovada, no podemos llegar a la santificación sin renovar nuestra mente y una vez renovada entonces tendremos un cambio de actitud radical. Hay que hacer notar que muchas veces los cristianos cambiamos muchos aspectos de nuestras vidas, nos separamos del mundo y dejamos de hacer cosas que sabemos que son pecado, pero no renovamos en verdad nuestra mente, porque tenemos en nuestro corazón, envidia, odio, deseo sexuales impuros, ambición, egoísmo, falta de amor, por lo que debemos entender el renovar nuestra mente como el tener la mente como la de nuestro Señor Jesús, buscando agradar a nuestro padre en todo y siempre haciendo su voluntad.
La verdadera santificación que Dios quiere de nosotros la expresa Pablo en una frase única en todas sus epístolas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20 RV1960
Esta es la verdadera santidad que Dios espera de nosotros, que nos despojemos del viejo hombre sometido a los rudimentos del mundo, que lo crucifiquemos en la cruz, y que dejemos que Cristo more en nuestras vidas, que el Señor sea nuestro guía, que podamos convertirnos en instrumentos de justicia, amor y bendición. La meta que tenemos es alta, no se puede negar, pero no podemos conformarnos con ser simplemente “un poco mejores que el mundo” sino tenemos que mirar más allá, ir a la búsqueda de la perfección y del ejemplo de santidad que nos dejo nuestro Señor Jesús. Es una batalla diaria contra nosotros mismo primeramente y luego contra el mundo que quiere moldearnos a su imagen, pero podemos salir victoriosos si rendimos nuestra voluntad a Dios como hizo nuestro Señor Jesús en cada instante de su vida.



La manifestación del Hombre de Pecado (2 Tesalonicenses 2: 1-12)

Este, sin dudas, es el pasaje más difícil de comprender de todas las epístolas paulinas y uno de los más difíciles del Nuevo Testamento. La mayoría de los exégetas y teólogos concuerdan en que el apóstol Pablo  está hablando del mismo personaje que menciona el apóstol Juan en 1 Juan 2: 18-22. Es notable destacar que algunos padres de la iglesia de los primeros siglos ya identificaban a este “hombre de pecado” con el Anticristo, tal es el caso de San Juan Crisóstomo (Antioquía, Siria; 347-407).  En la actualidad la mayoría de los comentaristas dan tres interpretaciones, en ocasiones, forzadas a este pasaje: (1) Identifican al “hombre de pecado” con el emperador Romano Nerón (Gobernó 54-68 d.C.) que ejerció fuerte persecución contra los cristianos y los acusó de incendiar Roma en el año 64 d.C.  (2) Identifican al “hombre de pecado” con el Papa de la Iglesia Católica Romana. (3) Identifican al “hombre de pecado” con la apostasía que ya estaba entrando en la iglesia desde el mismo primer siglo y que comenzó a agudizarse con la muerte de los apóstoles y continua hasta nuestros días.
Analicemos brevemente cada una de estas posturas. En el primer caso, tenemos como aspecto a favor, que era algo que estaba ocurriendo en la fecha aproximada que se escribió la epístola, es cierto que el emperador Nerón se consideraba un dios y llegó en cierto momento a exigir que se le adorara como tal, pero Nerón según cuenta la historia se hizo matar por su secretario antes de ser hecho prisionero por lo cual esta historia no concuerda con lo que nos dice el verso 2:8.
En el segundo caso tenemos una interpretación forzada, porque el apóstol Pablo menciona que ya estaba en acción el ministerio de la inequidad (2:7), es cierto que habían ya ciertos apostatas en la iglesia en el tiempo de los apóstoles (Hechos 20:28-30, 1 Timoteo 1:3-7) pero es algo muy distinto hablar del Papa de la Iglesia Católica la cual surgió a inicios del siglo IV d.C. y mucho menos el papado que surge en el siglo VII d. C. Además el propio apóstol Pablo les había  hablado del tema a los Tesalonicenses cuando estaba con ellos en Tesalónica (2:5), por lo que es muy forzado pensar que él les hubiera hablado acerca de la Iglesia Católica Romana y del Papa como el Anticristo.
El tercer caso a primera vista parece ser el más lógico, la apostasía ya está en acción desde el primer siglo, y estaba frenada por el ministerio apostólico, para decirlo de una mejor manera por el Espíritu Santo obrando en la Iglesia, como mismo nos da a entender  el apóstol  Pablo en el verso (2:6). Aun así considero que este punto de vista necesita ser complementado porque evidentemente se está hablando de un personaje masculino (ανθρωπος), como nos confirma una exégesis del pasaje en griego, según el verso (2:3) y no meramente de una desviación doctrinal dentro de la iglesia.
Cualquiera que sea el significado de este pasaje podemos sacar aplicaciones claras para nosotros como iglesia del Señor hoy día. Primeramente la apostasía de la iglesia era algo que iba a suceder y nosotros los cristianos debemos estar  vigilantes para no ser engañados (2:10), en segundo lugar este “hombre de pecado” iba  a salir de nosotros (1 Juan 2:19) e iba a tener gran poder milagroso al punto de engañar a los escogidos, debemos tener en cuenta que el maligno puede hacer señales aun en lo que podemos considerar como el “templo de Dios” (2: 4). En tercer lugar podemos tener la seguridad de que Dios está al control de todo, por muy poderoso y muchas artimañas que use el enemigo siempre será derrotado por nuestro Señor Jesucristo. Hoy día debemos tomar el consejo que le daba Pablo a los tesalonicenses cuando les hablaba de este tema, de la segunda venida de Cristo: 1Ts 5:6  Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Autor: Yuliesky D. Cruz Cárdenas (Estudiante Instituto Baxter, Tegucigalpa Honduras)