miércoles, 30 de mayo de 2012


La Santificación

La biblia nos dice: “Sed santos, porque yo soy santo.”(1 Pedro 1:16 RV1960) y a lo largo de las paginas de sus paginas se resalta la  santidad de las 3 personas de la Deidad (Levítico 11:44, Josué 24:19, 1 Samuel 2:2, 2 Reyes 19:22, Isaías 6:3, Marcos 1:24, Lucas 1:35, Hechos 3:14, Hechos 4:30, Hechos 2:38). En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que generalmente se utilizaba para resaltar la santidad de Dios era: קדושׁ(cadósh), este es un adjetivo que define la cualidad única de la perfección, pureza he inmutabilidad de Dios(אלהיכם-Elojím). En cambio en el Antiguo Testamento para referirse a la santidad de la nación de Israel por ejemplo la palabra utilizada era:
( קדשׁים- sadáshym), en este caso significaba, ser limpio, apartar, dedicar, consagrar.
En el Nuevo Testamento la palabra griega que se usa para referirse a la santidad de la las tres personas de la Deidad es: (αγιος- jágios), cuyo significado es el mismo que se le daba en el Antiguo Testamento a la palabra sadósh, pero en este caso tenemos que hacer notar que esta palabra adquiere el mismo significado solo cuando se esta refiriendo a la Deidad. En el caso de referirse a una persona, iglesia etc. Básicamente adquiere el mismo significado de la palabra sadásh que se utilizaba en el Antiguo testamento para referirse al pueblo de Dios. (Palabras tomadas del Diccionario Strong en español)
Luego con las traducciones posteriores de la biblia supervisadas por la Iglesia Católica Romana,como en la Vulgata Latina (382-404 d.C) traducida por San Gerónimo, estas palabras se tradujeron en latíncomo: sanctus, y ya para las versiones inglesa y al castellano se comienza a traducir esta palabra como santo.
El apóstol Pablo en la que se cree fue su primera epístola, escrita alrededor del año 50 d.C, a la Iglesia de Tesalónica de dedica unos cuantos versos de ella a hablar de  la santidad que el Señor esperaba de ellos (1 Tesalonicenses 3:12-4:12; 5:23-24). Debemos entender estas palabras del apóstol Pablo desde el mismo contexto histórico de la iglesia de Tesalónica. Esta iglesia se cree que fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero (Hechos 17: 1-2), estaba constituida mayormente por gentiles, aunque había algunos judíos entre sus miembros. Muchos comentarista opinan que era una iglesia joven, he inmadura por los temas que aborda Pablo en la epístola. Si analizamos todo esto desde ese punto de vista nos damos cuenta de la necesidad que tenia el apóstol Pablo de escribir sobre la santidad y la consagración que ellos debían tener. Sobre todo porque se habían convertido al evangelio pero que no tenían la madurez ni se habían criado baja la ley del Antiguo Testamento como lo hacían los cristianos judíos. Para ellos era un cambio grande en sus vidas y una lucha constante entre sus ideas influenciadas por la cultura, moral y religiosa helénica y el evangelio que habían obedecido. En este ambiente politeísta, con un despertar filosófico en su máxima expresión, con cualidades morales degradadas por la sociedad y en una lucha doctrinal entre lo que enseñaba el apóstol Pablo y lo que enseñaban los judaizantes que se le oponían a su evangelio, el apóstol Pablo hace un llamado a la santidad a la iglesia de Tesalónica.
El primera indicación que da el apóstol Pablo a los cristianos de la iglesia de Tesalónica en (1 Tes. 3: 12-13) para  llegar a la santidad es que crecieran y abundaran más en el amor hacia todos y hacia Dios, como mismo el apóstol Pablo escribiría  unos años después a la Iglesia de Roma, si no tenemos a amor nada somos. Pablo les aclara que si su santificación no comenzaba por el amor, su corazón no estaría firme ni serían irreprensibles en el día de la manifestación del Señor. Es interesante hacer notar que al parecer en la iglesia de Tesalónica había un gran amor entre los hermanos, no solo en esta iglesia sino de ellos con todas las iglesias de la región de la provincia romana de Macedonia (1 Tes. 4:9-10), pero aun el llamado de Pablo es a que sobreabundara aun más ese amor fraternal.
Según muchos comentaristas la iglesia en Tesalónica, como se dijo antes integrada en su mayoría por gentiles, tenía problemas de fornicación por lo que el apóstol Pablo les escribe (1 Tes. 4:2-5)y les pide que la voluntad de Dios es que tengan su propia esposa, en santidad y que no anden en lascivia y concupiscencia que solo produce deseos sexuales impuros y actos pecaminosos delante de Dios.Más claramente el apóstol Pablo en el capitulo 5 (ver. 23-24) hace un llamado a la santificación, mostrando su deseo de que los cristianos de Tesalónica  se santificaran en todo su ser, cuerpo, alma y Espíritu. Hay que destacar que muchos griegos pensaban que lo importante era el alma, el espíritu de la persona y no el cuerpo material, pues lo consideraban como algo que iba a ser destruido y por tanto con su cuerpo se podía hacer todo tipo de inmoralidades si su espíritu se mantenía puro. Es muy probable que esta idea influyera sobre los cristianos de Tesalónica y el apóstol les aclara que la santificación que Dios esperaba de ellos debía ser en todos los aspectos de su vida. También es interesante el hecho de que esta santificación dependía en cierta medida de ellos pero también en cierta medida de Dios mismo obrando en sus vidas, Pablo estaba convencido que con la ayuda de Dios ellos lograrían esa santificación.
Esta llamado a la santificación que pide el apóstol no podía ser si los Tesalonicenses no se rendían a la voluntad de Dios, es decir dejaban a Dios obrar en sus vidas. Pablo quería que ellos comprendieran que la santidad es un proceso necesario y constante en la  vida del cristiano. La santificación era algo que le iglesia de Tesalónica debía buscar a toda costa y no solo iba a depender de ellos, porque solos podrían quizás mejorar en algo sus vidas, pero solo con la ayuda de Dios es que ellos lograrían la manifestación plena de la santidad que Dios esperaba de ellos.
Esta santificación solo era posible como el apóstol les escribe en 2 Tes. 2:13 por el Espíritu Santo de Dios obrando en sus vidas, es decir, que si ellos no dejaban al Espíritu obrar en sus vidas no iban lograr tener una vida santa, dedicada a servir a Dios, a darle gloria y honra con sus actos y pensamientos. Hay que hacer notar la confianza que tenia el apóstol Pablo en que Dios permitiría a los cristianos de Tesalónica llegar a este estado espiritual, al punto de dejar que Dios tomara el control de sus vidas y ellos llegaran a ser irreprensibles en el día de la  manifestación del Señor, pues tanto en esta primera epístola como en la segunda les hace saber que tenia la confianza en que Dios obraría de esa manera en sus vidas (1 Tes. 5: 24, 2 Tes. 3:4).

Luego de hacer un análisis de las ideas planteadas por el apóstol Pablo a la Iglesia de Tesalónica podemos sacar muchas aplicaciones para nuestra vida cristiana. Nuestro contexto no es tan diferente al que vivieron los cristianos de Tesalónica, vivimos en un mundo donde la ciencia y al filosofía han llevado cada vez más al hombre a apartarse de  Dios, el politeísmo es común en nuestro mundo, el ateísmo se ha vuelto una especia de religión, las normas morales y éticas del mundo son cada vez van mas distantes de la voluntad de Dios revelada en su palabra, en muchos casos los seres humanos ni siquiera se muestran interesados en el origen del universo, de sus propias vidas, vivimos en un mundo tan agitado que muchas veces la mejor respuesta que tenemos ante el mensaje del evangelio es la indiferencia.
En este mundo, en que vivimos los cristianos hoy, es donde el Señor nos llama a ser santos, a consagrarnos a su servicio. A  diferencia del Antiguo Testamento donde se santificaba en ocasiones el tabernáculo, el templo, sus utensilios, incluso sus sacerdotes, pero en el Nuevo Testamento la santificación que pide Dios es otra y es apóstol la expresa bien en (Romanos 12: 1-2). Esta santificación consiste en ofrecernos a nosotros mismo como sacrificio vivo a Dios, es decir ya no será un sacrificio como los del Antiguo Testamento donde se mataba un animal y se ofrecía sobre el altar, ni siquiera  será como el sacrificio que hizo nuestro Señor Jesucristo de una vez y para siempre por nuestros pecados (Hebreos 9:28), porque en estos dos casos lo que se ofrecía en sacrificio fue un sacrificio de muerte donde tanto el animal como Cristo mismo murió en el mismo acto del sacrificio. Este sacrificio vivo que el apóstol Pablo nos exhorta a hacer, se refiere a el morir a nosotros mismos, a nuestro “ego”, a nuestros propios deseos pecaminosos, a nuestra vida carnal y dejar a Dios actuar en nuestras vidas, dejar que Dios nos use como instrumentos de bien y bendición para todas las personas que nos rodean.
¿Cómo logramos la santificación? Primero que nada reconociendo que necesitamos la ayuda de Dios para ello. Solo si dejamos que el Espíritu Santo manifieste su fruto (Gálatas 5: 22-23) en nuestras vidas lograremos la santidad que Dios espera de nosotros. Muchas veces luchamos por cambiar aspectos deficientes de nuestras vidas y no lo logramos, sencillamente porque en verdad no dejamos al Espíritu Santo obrar por completo, no somos capaces de rendimos a su voluntad. Una vez que el Espíritu Santo obre plenamente en su vida lo primero que sucederá es que su mente cambiara, será renovada, no podemos llegar a la santificación sin renovar nuestra mente y una vez renovada entonces tendremos un cambio de actitud radical. Hay que hacer notar que muchas veces los cristianos cambiamos muchos aspectos de nuestras vidas, nos separamos del mundo y dejamos de hacer cosas que sabemos que son pecado, pero no renovamos en verdad nuestra mente, porque tenemos en nuestro corazón, envidia, odio, deseo sexuales impuros, ambición, egoísmo, falta de amor, por lo que debemos entender el renovar nuestra mente como el tener la mente como la de nuestro Señor Jesús, buscando agradar a nuestro padre en todo y siempre haciendo su voluntad.
La verdadera santificación que Dios quiere de nosotros la expresa Pablo en una frase única en todas sus epístolas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20 RV1960
Esta es la verdadera santidad que Dios espera de nosotros, que nos despojemos del viejo hombre sometido a los rudimentos del mundo, que lo crucifiquemos en la cruz, y que dejemos que Cristo more en nuestras vidas, que el Señor sea nuestro guía, que podamos convertirnos en instrumentos de justicia, amor y bendición. La meta que tenemos es alta, no se puede negar, pero no podemos conformarnos con ser simplemente “un poco mejores que el mundo” sino tenemos que mirar más allá, ir a la búsqueda de la perfección y del ejemplo de santidad que nos dejo nuestro Señor Jesús. Es una batalla diaria contra nosotros mismo primeramente y luego contra el mundo que quiere moldearnos a su imagen, pero podemos salir victoriosos si rendimos nuestra voluntad a Dios como hizo nuestro Señor Jesús en cada instante de su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario