miércoles, 30 de mayo de 2012




La manifestación del Hombre de Pecado (2 Tesalonicenses 2: 1-12)

Este, sin dudas, es el pasaje más difícil de comprender de todas las epístolas paulinas y uno de los más difíciles del Nuevo Testamento. La mayoría de los exégetas y teólogos concuerdan en que el apóstol Pablo  está hablando del mismo personaje que menciona el apóstol Juan en 1 Juan 2: 18-22. Es notable destacar que algunos padres de la iglesia de los primeros siglos ya identificaban a este “hombre de pecado” con el Anticristo, tal es el caso de San Juan Crisóstomo (Antioquía, Siria; 347-407).  En la actualidad la mayoría de los comentaristas dan tres interpretaciones, en ocasiones, forzadas a este pasaje: (1) Identifican al “hombre de pecado” con el emperador Romano Nerón (Gobernó 54-68 d.C.) que ejerció fuerte persecución contra los cristianos y los acusó de incendiar Roma en el año 64 d.C.  (2) Identifican al “hombre de pecado” con el Papa de la Iglesia Católica Romana. (3) Identifican al “hombre de pecado” con la apostasía que ya estaba entrando en la iglesia desde el mismo primer siglo y que comenzó a agudizarse con la muerte de los apóstoles y continua hasta nuestros días.
Analicemos brevemente cada una de estas posturas. En el primer caso, tenemos como aspecto a favor, que era algo que estaba ocurriendo en la fecha aproximada que se escribió la epístola, es cierto que el emperador Nerón se consideraba un dios y llegó en cierto momento a exigir que se le adorara como tal, pero Nerón según cuenta la historia se hizo matar por su secretario antes de ser hecho prisionero por lo cual esta historia no concuerda con lo que nos dice el verso 2:8.
En el segundo caso tenemos una interpretación forzada, porque el apóstol Pablo menciona que ya estaba en acción el ministerio de la inequidad (2:7), es cierto que habían ya ciertos apostatas en la iglesia en el tiempo de los apóstoles (Hechos 20:28-30, 1 Timoteo 1:3-7) pero es algo muy distinto hablar del Papa de la Iglesia Católica la cual surgió a inicios del siglo IV d.C. y mucho menos el papado que surge en el siglo VII d. C. Además el propio apóstol Pablo les había  hablado del tema a los Tesalonicenses cuando estaba con ellos en Tesalónica (2:5), por lo que es muy forzado pensar que él les hubiera hablado acerca de la Iglesia Católica Romana y del Papa como el Anticristo.
El tercer caso a primera vista parece ser el más lógico, la apostasía ya está en acción desde el primer siglo, y estaba frenada por el ministerio apostólico, para decirlo de una mejor manera por el Espíritu Santo obrando en la Iglesia, como mismo nos da a entender  el apóstol  Pablo en el verso (2:6). Aun así considero que este punto de vista necesita ser complementado porque evidentemente se está hablando de un personaje masculino (ανθρωπος), como nos confirma una exégesis del pasaje en griego, según el verso (2:3) y no meramente de una desviación doctrinal dentro de la iglesia.
Cualquiera que sea el significado de este pasaje podemos sacar aplicaciones claras para nosotros como iglesia del Señor hoy día. Primeramente la apostasía de la iglesia era algo que iba a suceder y nosotros los cristianos debemos estar  vigilantes para no ser engañados (2:10), en segundo lugar este “hombre de pecado” iba  a salir de nosotros (1 Juan 2:19) e iba a tener gran poder milagroso al punto de engañar a los escogidos, debemos tener en cuenta que el maligno puede hacer señales aun en lo que podemos considerar como el “templo de Dios” (2: 4). En tercer lugar podemos tener la seguridad de que Dios está al control de todo, por muy poderoso y muchas artimañas que use el enemigo siempre será derrotado por nuestro Señor Jesucristo. Hoy día debemos tomar el consejo que le daba Pablo a los tesalonicenses cuando les hablaba de este tema, de la segunda venida de Cristo: 1Ts 5:6  Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Autor: Yuliesky D. Cruz Cárdenas (Estudiante Instituto Baxter, Tegucigalpa Honduras)

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